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En qué consiste la dignidad de la persona humana? La respuesta a esta pregunta es muy importante dado que para muchos esta dignidad es inexistente. Esta es la principal causa de las indiferencias recíprocas entre personas, familias y comunidades, de la sobrevaloración o infravaloración de los seres humanos y de las múltiples crueldades, contra los que debemos considerar como los seres más excelentes existentes en el mundo. Algunos la sobrevaloran y otros la infravaloran, de acuerdo a las ideologías profesadas. “Muchas son las opiniones que el hombre se ha dado y se da sobre sí mismo. Diversas e incluso contradictorias exaltándose a sí mismo como regla absoluta o hundiéndose hasta la desesperación. La duda y la ansiedad se siguen en consecuencia. La Iglesia siente profundamente estas dificultades, y, aleccionada por la Revelación divina, puede darles la respuesta que perfile la verdadera situación del hombre, dé explicaciones de sus enfermedades y permita conocer simultáneamente y con acierto la dignidad y la vocación propia del hombre. La biblia nos enseña que el hombre ha sido creado “a imagen de Dios” con capacidad para conocer y amar a su Creador, y que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios”.(Génesis 1, 26-27); Concilio Vaticano II Constitución “Gozo y Esperanza” n.12).
La persona humana por estar hecha a imagen y semejanza de Dios, posee una dignidad que la hace superior a los demás seres creados.
He aquí algunas citas del Magisterio social de la Iglesia a este respecto:
“Entre todas las criaturas de la tierra, sólo el hombre es “persona”, sujeto consciente y libre y, precisamente por eso, centro y vértice” de todo lo que existe sobre la tierra”. Esta es una afirmación preciosa del Papa San Juan Pablo II, que brota de una sana antropología cristiana, y que se encuentra en la Exhortación Post-Sinodal n.37. Este enunciado nos hace tomar conciencia de dos notas poseídas única y exclusivamente por los seres humanos: conciencia y libertad, que son connaturales a la dignidad personal y constituyen la base de nuestra igualdad esencial indestructible. Esto es lo que le da derecho a ser el centro y vértice entre todo lo que existe en la tierra.
En el mismo número encontramos las siguientes afirmaciones valiosísimas:
“La dignidad personal es el bien más precioso que el hombre posee, gracias al cual supera en valor a todo el mundo material. Las palabras de Jesús: ¿ De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si después pierde su alma? (Mateo 8,36) contienen una valiosa y estimulante afirmación antropológica: el hombre vale no por lo que tiene- aunque poseyera el mundo entero- sino por lo que “es”. No cuentan tanto los bienes de la tierra, cuanto el bien de la persona, el bien que es la persona misma”. (N.37)
Y como si esto fuese poco, el Papa continúa “La dignidad de la persona humana manifiesta todo su fulgor, cuando se consideran su origen y su destino. Creado por Dios a su imagen y semejanza, y redimido por la preciosísima sangre de Cristo, el hombre está llamado a ser “hijo en el Hijo”, templo vivo del Espíritu, y está destinado a esa eterna vida de comunión con Dios, que le llena de gozo. Por eso toda violación de la dignidad personal del ser humano grita venganza delante de Dios y se configura como ofensa al Creador del hombre.(n. 37).
San Juan Pablo II indica a todos los miembros de la Iglesia una tarea en el mundo actual cuando dice:
“Redescubrir y hacer redescubrir la dignidad inviolable de cada persona humana constituye una tarea esencial; es más, en cierto sentido es la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, están llamados a prestar a la familia humana” (Ch n. 37).
A la luz de estos principios cuántas consideraciones debemos hacer. Pero en esta reflexión me limito a decir que en el occidente antioqueño son numerosas las personas, familias y comunidades que aún se encuentran en estado embrionario e incipientes en los procesos de desarrollo y que urge acelerar todas las tareas requeridas para que se desarrollen todos los potenciales que encarnan los habitantes de Ocaña, su Provincia y Sur del Cesar, sin más dilaciones. Mucho se ha hecho y aún falta mucho por hacer.
LAS ASPIRACIONES DE LOS HOMBRES
El Beato Papa Pablo VI en su bella Carta Encíclica denominada “El Desarrollo de los Pueblos en1967 y en el número 6 dice :
“Verse libres de la miseria, hallar con más seguridad la propia subsistencia, la salud, una ocupación estable; participar todavía más de las responsabilidades, fuera de toda opresión y al abrigo de situaciones que ofenden su dignidad de hombres; ser más instruidos; en una palabra, hacer, conocer, y tener más para ser más”. Y en el número 66 encontramos:
EL MUNDO ESTÁ ENFERMO. SU MAL ESTÁ MENOS EN LA ESTERILIZACIÓN DE LOS RECURSOS Y EN SU ACAPARAMIENTO POR PARTE DE ALGUNOS, QUE EN LA FALTA DE FRATERNIDAD ENTRE LOS HOMBRES Y ENTRE LOS PUEBLOS”.
Ocaña y el Sur del Departamento del Cesar poseen recursos para disminuir la pobreza multidimensional hasta su eliminación total. Tales son la Universidad Francisco de Paula Santander, la Escuela de Cooperativismo existente en Crediservir, la Asociación de Municipios y el Puerto Fluvial de Gamarra para efecto de exportaciones, que será realidad en pocos años. Sin embargo, se requiere el incremento de la solidaridad y fraternidad cristiana para que el desarrollo llegue todos.
Un cordialísimo abrazo para todos mis queridos lectores y especialmente para quienes fueron mis inonvidables feligreses de las Diócesis de Ocaña y Santa Fe de Antioquia.
+ IGNACIO GÓMEZ ARISTIZABAL
Arzobispo Emérito de Santa Fé de Antioquia